Quique González, durante su actuación del pasado sábado. Daniel Pérez / Teatro Cervantes

Más tras lo visto-oído, es un acierto incluir a Quique González dentro del ciclo S!ngulares del Teatro Cervantes, ya que, sin duda, este adjetivo se adapta a la perfección a su cuidada propuesta musical, a sus subrayados textos y a su personalidad. El madrileño (1973) se presentó en una sala, la de la capital de la Costa del Sol, que lució tres cuartos de entrada (las localidades se situaban en 36/27/20/12 euros) en el veraniego sábado 17 de septiembre. El público malagueño lo premió puesto en pie con una ovación de más de cinco minutos de duración. 

Quinteto de altos vuelos en escena en el que, además del compositor, cantante y guitarrista, destacaron Toni Brunet —guitarras y coros—, Jacob Reguilón —bajo y contrabajo—, un sobresaliente Raúl Bernal —teclados y Hammond— y Edu Olmedo —batería—. González y su conjunto invitaron a los presentes a un elegante, pausado, contenido, reflexivo, meditativo y sugerente recorrido de cerca de dos horas de duración y 23 canciones. El recital caminó entre tempi lentos y medios, un fantástico sonido, una cuidada iluminación, buen tono musical y una destacada capacidad de comunicación y transmisión. 

Voz expresiva, tímida y cercana y con base en el pop-rock, la canción de autor y tintes folk en algunos instantes, sobresale la calidad poética de sus letras. En ellas y entre otros muchos argumentos y reflejos, muestra y proyecta su manera de entender y situarse en el mundo, de enfrentarse a las adversidades y dificultades cotidianas, el amor, las relaciones humanas, las situaciones del día a día, las pérdidas, inquietudes, pensamientos, reflejos, reflexiones, recuerdos…  

Foto: Daniel Pérez / Teatro Cervantes

Presentó algunos de los temas que componen su última grabación, Sur en el valle (Varsovia Records, 2021), decimotercer disco en una carrera que supera los veinte años. De forma lógica, también dejó espacio a otros ejemplos procedentes de distintos momentos de su trayectoria y a un puñado de versiones que, en global y como apuntamos, lograron levantar al final de la butaca a un público comunicativo, agradecido e implicado que, de forma mayoritaria, pareció ubicarse en la horquilla de 40-50 años de edad. 

El aplauso de gala con la que el Cervantes recibió a Quique González y su banda implicaba conocimiento previo, admiración y respeto. El notable nivel de su agrupación se evidenció ya en los dos primeros temas, procedentes de su último trabajo. Tras dialogar por primera vez con los asistentes, Se estrechan en el corazón y La luna debajo del brazo indicaron el amplio y variable elenco de instrumentos que tanto el madrileño como sus acompañantes iban a emplear en cada una de sus paradas.

La fábrica y Avería y redención, con destacado Hammond, dejaron paso a la primera versión de la noche, una canción de Rafael Berrio. Caminando en círculos ascendió un tanto las revoluciones, aunque volvieron a disminuir en Me matas si me necesitas, la balada Amor inmortal, Puede que me mueva y Detectives

Dedicó a continuación Palomas en la quinta a un amigo malagueño tras recordar en voz alta sin entrar en detalles las anécdotas y travesuras veraniegas post adolescentes que les unieron. Después, inició solo con la guitarra Su día libre, acompañado pronto en los coros por el público. Lo mismo sucedió en la bellísima La casa de mis padres y en Vidas cruzadas

Bromeó con realizar una versión de C. Tangana entre gritos de agradecimiento y peticiones varias de algunos asistentes, ampliados tras las sobresalientes Aunque tú no lo sepas y Salitre, a flor de piel. Se despidió entonces por primera vez del Cervantes, aunque no tardó mucho en regresar a sus tablas para interpretar, ya en los bises y trasladada a su universo, una versión de Kiko Veneno, Casa cuartel, que inició en solitario y había interpretado recientemente junto al de Figueras. 

Tras ella, presentó a todo el equipo que le acompaña en la gira (sonido, iluminación, monitores, conductor, representante, ventas). Hizo lo propio también con el personal del teatro, dando valor, visibilidad y trasladando el agradecimiento a todas las personas que trabajan y contribuyen para que un concierto pueda llevarse a cabo. 

Foto: Daniel Pérez / Teatro Cervantes

De nuevo, subió enteros con 39 grados y Los conserjes de la noche, armónica incluida en esta última que, poco después, regaló a uno de los asistentes. Miss Camiseta Mojada y Vidas cruzadas, ya con todo el Cervantes puesto en pie e implicado en la interpretación, pusieron el cierre a un excelente recital en el que, sin restar ni un ápice, quizá echamos en falta mayor espacio para disfrutar de las evoluciones de teclados, bajo y guitarras, sobre todo en una parte central que, en ocasiones, tal vez pudo resultar un tanto plana para los no fans.  

Por último, nos gustaría remarcar el interés del programa del ciclo en el que se inscribió este directo, el ya mencionado S!ngulares 2022, que camina entre el pop, el rock, el folk, el flamenco, el jazz y la canción de autor. Sin salir del Teatro Cervantes se podrá disfrutar de los conciertos de Silvana Estrada (18 de septiembre), Uxía & Javier Ruibal (22 de septiembre), Rosario La Tremendita (23 de septiembre), David Palomar (25 de septiembre) y Josemi Carmona, Javier Colina & Bandolero (3 de octubre). No se lo pierdan.