
No era fácil elegir un concierto en una agenda musical, la de Málaga y provincia, repleta de estímulos de gran interés y variedad el sábado 22 de julio de 2023. Nos decantamos por la propuesta musical que el Museo Carmen Thyssen de Málaga había preparado dentro del ciclo Música en el Patio que organiza bajo el paraguas de Atardeceres Larios. No obstante, la joven cantante portuguesa Sara Correia (1993), considerada como una de las voces más destacadas de su generación, presentaba por fin sus credenciales en la capital de la Costa del Sol. Para este recital se acompañó con un trío que, entre bromas, definió como la mejor banda de su país en este momento. Así, integraron el conjunto Diogo Clemente en la viola de fado, Ângelo Freire en la guitarra portuguesa y Frederico Gato en el bajo.
Como se pudo pronto comprobar, la vitola que la caracteriza como un gran talento se queda corta, ya que la lisboeta apabulló literalmente en la hora y media aproximada en la que se mantuvo en escena. Correia y su agrupación acompañante transformaron el patio del Carmen Thyssen en una casa do fado en la que, eso sí, se varió el vino de Oporto por un gin-tonic de sabor boquerón. Al mismo tiempo, demostraron que no son necesarios grandes montajes técnicos para hacer disfrutar a los 150 afortunados asistentes de una velada plena en calidad musical, transmisión, energía, musicalidad y riqueza vocal e instrumental.
Nacida en la parroquia de Marvila, desde pequeña Sara Correia mostró una clara inclinación hacia el fado, estilo que surgió en el siglo XIX en el que la nostalgia, la melancolía, el amor, la frustración, el fatalismo o escenas cotidianas de las clases humildes toman protagonismo. Por ello, hay estudiosos que lo emparentan en ciertos sentidos al flamenco. Incluso, también es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
Sobrina de la fadista Joana Correia, desde los doce años fue habitual verla en casas de fados y a los trece se alzó con el primer premio del concurso Grande Noite do Fado. El galardón consistía en la grabación de un disco, Destino (2008), aunque ella misma considera que su primer trabajo fue el homónimo Sara Correia (Universal Music Portugal, 2018), en el que contó con la producción de Diogo Clemente. El álbum logró magníficas críticas y un notable índice de ventas, hechos que le abrieron la posibilidad de actuar en salas y festivales del mundo entero. Le siguió Do Coração (Universal Music Portugal, 2020), también producido por Clemente, en el que incluyó composiciones de Luísa Sobral, Antonio Zambrujo, Carolina Deslandes y Jorge Cruz, entre muchos otros.
Ambos discos fueron la base de un recital en el que Correia evidenció pronto que la velada iba a ser de altos vuelos. Bajo una lona en la que se podía leer “vivir bien es un arte”, Eu já não sei, Antes que digas adeus (sai cadeira), Não se demore, Se o mundo dá tantas voltas, Tu ganhas sempre, Porquë do fado y Dizer não conformaron un primer apartado sorpresivo y sorprendente en el que la portuguesa fue alternando tiempos lentos con medios y rápidos. Su voz es un prodigio en matices, potencia, magnetismo, articulación, emisión, dicción, transmisión, capacidad de llegada… También se acercó aún más a los asistentes y no dudó en bajarse en varias ocasiones del pequeño escenario del patio del Carmen Thyssen a interactuar con ellos. De esta forma, entre bailes los motivó a acompañarle con palmas y logró levantarles del asiento repetidas veces.
Como comentamos, catalogó de forma divertida al trío que le acompañaba como el más destacado de Portugal en nuestros días. No tenemos criterio ni bagaje para subrayar esta caracterización, aunque sí podemos remarcar su capacidad de conjunción y complementariedad, musicalidad y virtuosismo. Con buen criterio, Correia les dejó amplio espacio para que mostraran sus habilidades, por lo que los tres músicos destacaron en distintos instantes. De esta manera, tanto Diogo Clemente como Frederico Gato alcanzaron sobrados el sobresaliente. Por su parte, un inspirado y sorprendente en técnica y tímbrica Ângelo Freire logró la matrícula de honor tanto en calidad de acompañante como en la de solista.
Fado portugués, O meu bom ar, Lisboa e o Tejo, Hoje, Saudade, Pórtico y Pechinchinha integraron la segunda sección de un concierto creciente y pleno en calidad. Como también se pudo comprobar, el espacio y la combinación entre artes también influyen en generar una atmósfera de concentración, admiración y escucha atenta.
Para terminar, no olvidaron homenajear a Alfredo Marceneiro y a Amália Rodrigues con la interpretación del clásico Estranha forma de vida. Quizá difícil poner el punto y final de mejor manera a una velada dedicada al fado en el que tendencias tradicionales y actuales dialogaron e interactuaron gracias a una voz privilegiada en distintos sentidos y a unos intérpretes muy destacados. No se la pierdan la próxima vez que venga a la Costa del Sol o si coinciden con ella en alguna otra localidad.
Como bien indica el cartel del Museo Carmen Thyssen, vivir bien es un arte. Sin duda, conciertos como el de Sara Correia, propuestas como las organizadas por este centro y la calidad de vida que ofrece Málaga colaboran en gran medida en, cuanto menos, intentarlo.