
Entre los numerosos festivales musicales que se desarrollan a lo largo y ancho de la geografía malagueña en verano y a pesar de su juventud, el Brisa Festival está evidenciando una apuesta artística amplia, diversa e integral para el estío de la capital de la Costa del Sol. De carácter público y benéfico, en su tercera edición la organización ha planteado una extensa programación que ha incluido conciertos y jornadas de formación celebradas en diferentes barrios, en el Jardín Botánico de La Concepción y en Tabacalera, entre otros espacios.
Para el fin de semana del 20 y 21 de julio la Plaza de Toros de La Malagueta ha sido el centro elegido para celebrar sus dos últimas jornadas en este 2023. El cartel del viernes, dedicado a propuestas nacionales y andaluzas, tuvo como protagonistas a Rosario La Tremendita, Depedro, Macaco y Chambao. La sevillana, el madrileño, el catalán y los malagueños protagonizaron una jornada variada y completa que caminó entre el flamenco, el pop y los sonidos mestizos.

Nos centraremos en este espacio en los dos últimos conciertos. Con puntualidad británica se presentaron Macaco y su banda en formato sexteto en La Malagueta (voz, teclados, bajo, guitarra eléctrica, guitarra acústica y batería). En su propuesta, el barcelonés (1972) remarcó las evidencias que ha planteado en muchos otros festivales y espacios previos: combinación de estilos y sonidos —rumba, reggae, funk, ritmos latinos—, músicos de excelente nivel, mensaje y compromiso en las letras, marcada comunicación con el público y una voz personal y con capacidad de transmisión.
En la hora y media aproximada en la que estuvo en escena, Daniel Carbonell y su agrupación combinaron temas conocidos y característicos de una ya extensa carrera con otros más actuales. Sin duda, lograron levantaron a un público festivo e implicado. Bajo nuestro humilde criterio, quizá fueron prescindibles una suerte de improvisaciones vocales o imitaciones de la trompeta de Louis Armstrong. Del mismo modo, una línea ascendente y tal vez evitar recesos y paradas en la recta final le hubieran valido para alcanzar sobrado el sobresaliente.
En otro orden, es fundamental que los festivales apoyen, colaboren e impliquen a los artistas locales en su desarrollo. En ese sentido, el Brisa Festival sigue mostrando una complicidad a destacar con la música malagueña y andaluza. Así, por méritos propios, trayectoria y presente, era de rigor que una banda como Chambao, y más cuando están en plena gira, fuera el cabeza de cartel de una de las jornadas finales del ciclo. Septeto en escena, La Mari (1975) y su sobresaliente formación (la propia M.ª del Mar Rodríguez, voz; Oliver Sierra, bajo; Juan Heredia, percusión; Agustín Carrillo, flauta y saxo; Celia Flores, coros; Enrique Rodríguez, trompeta; Rycardo Moreno, guitarra española), actuaban en casa rodeados de familiares, amigos, paisanos y seguidores con la responsabilidad que suele generar este hecho.

Teníamos fresca y reciente la presentación de Chambao en Estival Cuenca el pasado 5 de julio, aunque en aquel momento desempeñábamos otro perfil al que nos ocupa hoy. Para el Brisa Festival, redujeron su propuesta en vivo y rediseñaron en parte el listado de canciones, aunque, de la misma manera, evidenciaron también un directo maduro, completo, variado, pleno en matices, de cuidado sentido y sensibilidad.
En el recital de la Costa del Sol, de unos cien minutos de duración (en la ciudad Patrimonio de la Humanidad se acercaron a los 135), interpretaron más de veinte canciones, entre las que incluyeron, como no podía ser de otra manera, grandes éxitos y nuevas creaciones. Para el inicio, sorpresa en forma de fusión y colaboración con una agrupación de verdiales en escena. Sin duda, es un hecho de gran importancia que implica proyección, valoración y respecto hacia las músicas de raíz.
Caminando principalmente entre tiempos medios, Despierta, Caprichos de colores, Uleré, Hijos de la música, Lo bueno y lo malo, Cómeme y Duende del sur integraron un primer tramo en el que hay que destacar, como en todo el directo, un excelente sonido e iluminación. También es oportuno remarcar la calidad de los solos que fueron realizando los distintos instrumentistas, plenos en musicalidad y capacidad de conjunción. También, por supuesto, a una cantante convertida en líder y en maestra de ceremonias.

Hubo también espacio para un apartado en acústico con cajones flamencos, bajo, flauta-saxo y guitarra, algunas colaboraciones, homenajes, más temas destacados (Mi primo Juan, Libre, Los sueños, Imagina) y traca final con Déjame vivir, Papeles mojados y Ahí estás tú. En definitiva, un fantástico concierto de Chambao en casa.
Por último, nos gustaría destacar a la organización del Brisa Festival (personal de prensa, coordinación, sonido, barras y limpieza), señalados en profesionalidad, cordialidad y amabilidad desde el primer momento. En algunos casos, tuvieron que soportar altísimas temperaturas, antes y durante los conciertos, sobre todo en las horas centrales del día, y durante toda la jornada los que se ubicaban en el interior del coso.
Sin duda, La Malagueta es un monumento que muestra muchísimas virtudes para la celebración de eventos de este tipo: belleza, servicios, disposición, facilidades, emplazamiento… Tal vez, un festival como el Brisa, más teniendo en cuenta su nombre, podría intentar buscar otra ubicación en la que tanto los artistas como el público y la organización pudieran disfrutar del mar, del viento y de otras vistas y sensaciones. A todas luces es más complejo y problemático en diversos apartados, aunque tal vez pudiera servir como efecto llamada para un mayor número de público y ampliar de forma exponencial tanto la experiencia como las sensaciones. Sea como fuere, el Brisa Festival ha llegado a Málaga para quedarse y brindar veladas tan completas y variadas como la del viernes 21 de julio.