Antonio Carmona, durante su actuación en los Baños del Carmen. Lucía Villalba

El sonido del mar se percibe en segundo plano, para ceder el paso a la música, que será la protagonista en este idílico atardecer. Desde el oído, pasando por el gusto, mojamos los labios en una copa de Larios 12, la principal acompañante de la velada. Al levantar la cabeza, vemos cómo la familia Carmona se contornea al ritmo de palmas en el escenario, abriendo camino a la estrella de la noche. 

«Vengo, vengo… Venenoso», con este temazo dará comienzo el concierto de un cantante que se le llena la boca al hablar de la ciudad de los espetos, donde dice haber vivido gran parte de su infancia. La misma ilusión de los asistentes se encuentra en el escenario, menuda conexión la que consigue Antonio Carmona con su público. 

El talento del sur es inconfundible, y el de los genes Carmona también. Las hijas del cantante son artistas al completo, Lucía y Marina tuvieron su momento en solitario para lucirse frente a los malagueños. La pequeña, Lucía Fernanda, liberó sus caderas al ritmo de su propia canción, Canastera, que lanzó en 2021 junto con Moncho Chavea. Por otro lado, Marina Carmona se atrevió a cantar Historia de un amor de Luis Miguel en francés, pero con puro salero andaluz. 

Foto: Lucía Villalba.

Lucas Carmona, sobrino de Antonio, demostró su vozarrón acompañando a su tío durante todo el concierto. Se funden a la perfección ambos compases, cómo se nota cuando corre la misma sangre. 

Los asientos de la primera fila estaban reservados para artistas tales como Tomasito, Mikel Erentxun (Duncan Dhu), Jaime Urrutia y Nacho García (Nacha pop), entre otros. José Mercé, allí presente, fue al que Antonio mostró mayor cariño cuando le dedicó una versión de la canción Aquellas pequeñas cosas de Mercedes Sosa; «Este tema va para mi maestro», dijo Carmona con una enorme sonrisa. 

Al ocaso del concierto, todo el público se juntó a los pies del escenario y comenzaron a bailar y a reír. Mientras tanto, los camareros repartían el último y más adecuado tentempié, boquerones fritos. Era imposible irse de allí con mal sabor de boca.