Andrèi Tarkovsky, durante el rodaje de 'El espejo' (1975). Vladimir Murashko

La Colección del Museo Ruso, que volvió a abrir sus puertas el pasado 26 de mayo con el aforo reducido a un tercio y cumpliendo todos los requisitos de seguridad exigidos por las autoridades sanitarias, presenta sus dos nuevas exposiciones temporales: Rompiendo el silencio. El cine mudo en Rusia y Andrèi Tarkovsky. Maestro del Espacio. Ambas se podrán visitar en el Edificio de Tabacalera hasta el próximo 6 de septiembre.

La muestra dedicada al cine mudo incluye 111 carteles y una decena de proyecciones. Desde sus inicios en la primera década del siglo XX, estos trabajos gráficos se convirtieron en una parte inherente del paisaje urbano y en la plasmación visual de toda una época. Los primeros carteles buscaban complacer a la gran mayoría y se realizaban con distinto rigor y estilo artístico, pero todos se caracterizaban por su alto contenido emocional, apelando a las pasiones exóticas y emociones profundas.

A mediados de la década de 1920 nació una nueva vertiente en la cinematografía soviética: la época de los grandes innovadores, entre los que destacarían Serguéi Eisenstein, Vsevolod Pudovkin y Dziga Vertov. En esos mismos años los carteles de cine se convirtieron en un espacio de experimentación para los jóvenes creadores de la vanguardia soviética como Antón Lavinski, Mijaíl Veksler o los hermanos Vladimir y Gueorgui Stenberg. No obstante, las obras que ponían el foco en la imagen de los actores preferidos por el público continuaban siendo los más demandados; los rostros de las estrellas de cine sonreían desde estos carteles donde se los representaba en clave realista o deformados, como se puede observar en los trabajos de Nikolái Prusakov. La selección se completa con producciones estadounidenses e italianas que otorgan una visión general sobre el poder de los símbolos para captar la atención del pueblo.

Por su parte, el Espacio 3 de la pinacoteca se centra en la figura de Andrèi Tarkovsky, director exigente y riguroso que estampó su particular sello en la filmografía del siglo XX a través de las siete películas que dirigió a lo largo de su vida. Su biografía está marcada por claroscuros: del reconocimiento internacional en importantes festivales de cine al sufrimiento por la enfermedad y el exilio durante sus últimos años de vida. La muestra, además de fotogramas de sus películas e imágenes reveladoras de sus trabajos, también incluye pinturas realizadas por el cineasta.