Crónica – Juan Perro Trío (Teatro Cervantes, 17/04/16)

El trío, durante el concierto de anoche. Daniel Pérez / Teatro Cervantes

En su libro El ritmo perdido (Península, 2012), Santiago Auserón ahondaba en un descubrimiento que cambió para siempre, tras una visita a Cuba, su forma de escuchar y componer canciones: la africanidad del rock tenía aquí, en nuestro país, precedentes. «Todo el folclore peninsular», comentaba hace unos años en una entrevista para El País, «ha estado bajo el signo de la negritud, sin menospreciar las influencias musulmanas y judías. Esa riqueza explica la enorme capacidad de irradiación de la música popular española sobre otros países europeos y, desde luego, sobre América». Un rastro musical que él comienza a seguir desde los tiempos de la invasión musulmana. Posteriormente terminará popularizándose, adoptando diferentes formas, en el Siglo de Oro gracias a Quevedo, Cervantes, Góngora o Lope de Vega.

Un asombroso viaje que, de alguna forma, es lo que viene proponiendo Auserón desde hace años, especialmente en Río Negro (2011) y Juan Perro & La Zarabanda (2013), sus dos últimas referencias hasta la fecha. Un periplo que también traslada a sus conciertos, mezclando una vasta gama de sonoridades con relatos que contextualizan lo que canta mientras descubren también, para el que aún lo ignore, a un formidable orador. De esta forma visitamos Cuba, Nueva Orleans, México o cruzamos el Misisipi mientras Compay Segundo, Louis Armstrong, Marilyn Monroe o Dostoievski se pasean por las distintas e impagables historias —ficción o realidad, qué más da— que nos cuenta entre canción y canción. Saboreamos, entre risas, el jazz y el blues, pero también el tango y el mar Mediterráneo. Una sustanciosa amalgama que desde el primer momento consigue maravillar al público del Cervantes.

En el repertorio incluido en las más de dos horas de concierto encontramos temas de sus discos en solitario (Río negro, Pies en el barro, Reina Zulú), otras en proceso de gestación (Los inadaptados, Nada) y alguna concesión a épocas más juveniles (Semilla negra). No podemos olvidarnos de sus dos escuderos, personajes primordiales en sus recitales en formato trío: Joan Vinyals (guitarras y coros) y Gabriel Amargant (saxofón y clarinete), ambos espléndidos, se antojan imprescindibles en la propuesta actual de un Auserón que, con o sin micro, aulló en una noche para el recuerdo. Cuando desde el patio de butacas le gritaron que era un grande, él, afinando su guitarra, respondió que regular. Tras lo vivido anoche ambos se quedaron cortos: Santi es un gigante.