Valeria Castro, durante su actuación de ayer. Álvaro Cabrera / Teatro Cervantes

El Teatro Cervantes de Málaga brindó la velada del sábado 7 de octubre de 2023 a una figura joven y de evidente talento y personalidad que levantó una gran expectación, ya que bordeó el lleno. No lo tenía fácil a priori, ya que la canaria Valeria Castro (1999) sucedía en la sala de la capital de la Costa del Sol y dentro del ciclo S!ngulares a Sílvia Pérez Cruz (miércoles 4), Rodrigo Cuevas (jueves 5) y Antílopez (viernes 6). También antecedió a María Peláe, ya que la artista malagueña cierra este interesante y variado espacio el domingo 8. 

La breve carrera de Valeria Castro se puede considerar como fulgurante y exitosa hasta el momento. Las redes sociales le sirvieron de carta de presentación en la música —además, estudia Biotecnología— gracias a un buen número de versiones que fue compartiendo de artistas como Alejandro Sanz, Amaral, El Canto del Loco, Jarabe de Palo, Joaquín Sabina, Los Piratas, Pereza, Rosario y Vetusta Morla, entre otros. El propio Sanz la compartió y celebró. Tras este empujón, se hizo viral y llamó la atención de la discográfica Warner Music. Así, con tan solo 18 años, firmó con esta multinacional un homenaje a la música de las décadas de los 90 y los 2000 junto con Alberto Torres. 

En 2021 presentó Chiquita, un EP dedicado a su isla de origen, La Palma. En este 2023 ha sacado a la luz su primer trabajo, Con cariño y con cuidado, también en Warner Music Spain, un disco que le ha servido para estar nominada a los Latin Grammy Awards. El interés de la prensa también ha ido en aumento, ya que ha sido portada de muy diversas publicaciones y ha recibido entrevistas en muchos medios. En conjunto, supera los cuatrocientos mil oyentes mensuales en distintas plataformas y algunos de sus temas, como Guerrera, se acerca a los cuatro millones de reproducciones. 

Su propuesta musical, pausada, contenida y con mensaje, parte de tempi lentos y medios, metros binarios y ternarios y una voz frágil, en apariencia, pero plena en matices, musicalidad, sensibilidad, dulzura, cercanía, registro, capacidad de llegada y transmisión. En cuanto a los arreglos musicales, se pueden definir como envolventes, sugerentes y de muy buen tono. Proponen un viaje que parte de La Palma y atraen, combinan y engloban muy diferentes latitudes y estilos. De esta manera y más tras lo visto-oído-disfrutado, su nombre se incluye por méritos propios en una terna de intérpretes y compositoras singulares y con clara personalidad entre las que se puede englobar a Silvia Pérez Cruz, María José Llergo, con la que le unen algunos reflejos vocales, Queralt Lahoz, Silvana Estrada, Natalia Lafourcade…

Quinteto en escena, (Valeria Castro, voz principal, guitarra acústica y pandero cuadrado; Pablo Cáceres, guitarra acústica, ronroco y coros; Marco Niemietz, contrabajo; Iván Mellén, percusión) e iluminación envolvente y cuidada, el sonido resultó fluctuante, sobre todo en el primer tercio de la velada, aunque mejoró ostensiblemente en los dos siguientes. Se mantuvieron en escena durante una hora y media en un recorrido compuesto de dieciocho canciones propias. 

Inició el concierto con Dentro y recibió la primera ovación de un público con mayoría femenina. Los asistentes se entregaron a la propuesta desde el primer momento y terminaron en pie bailando y coreando el último tema. Poquito se inició con un reflejo desde el piano de Clair de lune, de Debussy, al que pronto siguió la guitarra. La joven palmera saludó a los asistentes a continuación e indicó que era la primera vez que actuaba en Málaga, aunque había acudido a la ciudad en numerosas ocasiones previas. Tras Culpa y Ay amor aludió a su primer disco, a lo que supuso la erupción del volcán en su isla, a su nominación a los Latin Grammys y a su compromiso con su tierra. Lo evidenció en La raíz, Un hogar y una sobresaliente Techo y paredes en la que dejó descansar la guitarra y creció en intensidad y llegada. 

Tras detenerse en un bolero, recordó unos vídeos que grabó con alumnos de la ESAEM hace unos meses, a la boda de su tío en Málaga y a la nostalgia que siente hacia su familia y su tierra debido a la distancia. Tomó el pandero cuadrado y se puso al piano después en Cuídate, quedó sola en escena con la guitarra en Con cariño y con cuidado y declaró, tras el intenso aplauso del público, que era el teatro más bonito en el que había tenido la suerte de actuar hasta el momento. 

Regresó su cuarteto acompañante en Cómo te voy a olvidar y arrancó la recta final con paradas en Costuras, la subrayada Todo cambia, Abril y mayo y La corriente. Indicó también que el vestuario que lucía la unía con Málaga, ya que había sido diseñado por Álvaro Calafat. Del mismo modo, agradeció la importancia que poseen para ella diferentes referentes femeninos en la actualidad y, sobre todo, su madre y su abuela, antes de cerrar con Guerrera, al tiempo homenaje, reivindicación e himno. Tras más de dos minutos de aplausos, Lo que siento produjo una catarsis generalizada en forma de baile y palmas y puso el punto final a un concierto en el que, en el que, con cariño, con cuidado y con muchísimo talento, Valeria Castro y su banda conquistaron Málaga y la destaparon como una artista con un directo a tener muy en cuenta y no perderse.