Juan José Téllez y Benjamin Prado, durante el encuentro celebrado ayer. Francisco J. Fernández

Tras la extensa, limpia y ordenada lectura del currículum de Benjamín Prado, Juan José Téllez, director del Centro Andaluz de las Letras, se volvió hacia el poeta para preguntarle si era justo que Bob Dylan se llevara a casa el Nobel de Literatura el año pasado. Para Prado no hay duda: al igual que la pintura con Gao Xingjian o la política, gracias a Churchill, tienen el suyo, lo cabal es que la música, el arte de las musas, no se quede con las manos vacías. Y nadie mejor que Dylan para recogerlo pese a que, como bien apuntó Cohen, premiarlo con el Nobel sea poco menos que una perogrullada, exactamente «como ponerle una medalla al Everest por ser la montaña más alta». Hurricane, una de las muchas y excelsas vomitonas de Dylan, configuró a un joven Benjamín, perplejo al descubrir la posibilidad de encerrar una novela en apenas seis o siete minutos entrelazando voces, guitarras y armónicas enloquecidas.

Así arrancaba un nuevo encuentro provincial con distintos clubes de lectura de Málaga. Programados por el Centro Andaluz de las Letras, estas confluencias —una al año por provincia— han contado con escritores como Almudena Grandes, Eduardo Mendicutti, Julio Llamazares, Clara Sánchez, Rosa Montero, Luis García Montero o Antonio Soler, entre otros. Son sesiones donde asociaciones lectoras de Alameda, Ardales, Carratraca, Campillos o Cuevas de San Marcos se reúnen para dialogar, plantear inquietudes, verse las caras. Así ocurrió el martes 19 en el salón de actos del Museo de Málaga. Con todas las butacas ocupadas por un público mayoritariamente femenino, Benjamín Prado y Juan José Téllez conversaron de poesía y novela, de Alberti y María Teresa León, de Sabina y Ángel González. Una hora y pico colmada de anécdotas, recuerdos y versos que finiquitaron los asistentes a través de preguntas y sinceros agradecimientos. Agradabilísima y propicia tarde, en definitiva, para hablar de lo divino y más allá: de lo humano.