
En esta vida líquida en la que intentamos desenvolvernos desde hace unas décadas, si atendemos al concepto acuñado por el polaco Zygmunt Bauman, los artistas de diferentes disciplinas que rechazan adscribirse a una única corriente estilística son legión: nadie quiere ya encajonarse. Existe un considerable temor a las etiquetas, pero son pocas las bandas, centrándonos ya en la música, que realmente puedan presumir de haberse sacudido de encima complejos y encasillamientos varios. Crudo Pimento son una de ellas.
El dúo murciano formado por Raúl Frutos e Inma Gómez, reconvertido a trío tras la incorporación el año pasado de José Luis López aka Builtthenburnt, lo viene demostrando desde hace casi una década a través de discos y actuaciones. Lo último que han editado hasta el momento, el EP 7 Acúfenos P̶o̶p̶u̶l̶a̶r̶e̶s̶, reúne canciones de Little Richard, Einstürzende Neubauten, Tom Waits, Hugo Avendaño, The Jolly Boys, Lord Kitchener y Rocío Jurado interpretadas bajo una capa de ruido sucio y subliminal. La idea de versionar a tan variopinto plantel llegó desde su discográfica, Everlasting Records, y terminó convirtiéndose en «un divertimento y una posibilidad», le contaban a Ángel H. Sopena el pasado mes de diciembre, «de poder ‘inocular’ ciertas teorías ‘armónico-satánicas’ ciertamente disparatadas, pero que creemos efectivas, en el estado de ánimo de los seres humanos y de sus mascotas».
En el gabinete de curiosidades en que convierten los escenarios por donde pasan encontramos instrumentos más o menos tradicionales junto a otros artefactos engendrados por ellos mismos. Y si nos topamos con algún inconveniente inesperado (imaginemos una pandemia con un encierro forzoso en casa de por medio, qué sé yo) se arregla uno con lo que tenga a mano: «Casi todo el instrumental quedó confinado en nuestra base principal de operaciones audiológicas. Una mesa de sonido medio rota y con un precioso feedback, un teclado, un par de micros, nuestras voces y, eso sí, nuestra amada marímbula pervertida por la citada mesa descompuesta», declaraban hace unos días a La Razón.
Ayer retomaban las comparecencias en vivo con un concierto matinal en el Muñoz Seca de Madrid dentro del ciclo musical que acoge el teatro desde marzo y por donde pasarán en las próximas semanas Sofía Comas, Rubén Pozo, Hamlet o Malevaje. Y regresaron a las tablas, claro, sin tomar prisioneros. A degüello. Toscos y agresivos: una hora y media de explosiva e hipnótica excursión por multitud de géneros, ritmos y estados de ánimo. «La técnica es que no hay técnica, al menos no premeditada. La producción musical es un camino de intuición, no termina nunca». A ver quién etiqueta a estos.