Town-Bones, en una imagen promocional. Carlos Rodríguez

Town-Bones nacen en 2010 alrededor de tres trombones. Pronto el trío se multiplicaría con la incorporación de un bajo, una batería y, finalmente, una guitarra eléctrica. El próximo domingo 4 de marzo se subirán al escenario de La Cochera Cabaret para ofrecer un concierto en el que contarán con algunos invitados: Lito y Suzette (Lito Blues Band), El Yura (Jammin’ Dose) o componentes de la Free Soul Band y Dry Martina se unirán a una actuación que tendrá a Rosstown de teloneros. La fiesta dará comienzo a las 19:00 horas y las entradas, que incluyen una caña o refresco, tienen un precio de 10 euros. El sexteto, en esta ocasión, estará formado por Paco Rodríguez (batería), Santiago Luque (bajo), Jaime Fernández (guitarra) y los trombones de Moisés Fernández, Gregorio Sánchez y Carlos Rodríguez, fundador, arreglista y director musical del grupo. Hablamos con él para conocer algo más de esta particular banda.

¿Cuándo, cómo y dónde surgen Town-Bones?

Town-Bones surgen a finales del 2010 en Málaga. En esas fechas yo vendía seguros y había dejado de lado el trombón por falta de trabajo. Se me ocurrió ponerme en contacto con dos amigos trombonistas y contarles la idea de hacer un grupo de versiones solo con trombones y una base rítmica. Quedamos una tarde en el local de ensayo para hablar del tipo de música que haríamos y con quien contaríamos para la base, y poco a poco fui arreglando versiones de temas conocidos. Nuestro primer concierto fue en el Rincón de la Victoria en el verano de 2011. Al comienzo solo éramos tres trombones, un bajo y una batería. Más tarde incorporamos la guitarra eléctrica para completar el grupo. Por nuestra formación han pasado muchos instrumentistas de metal, llegando incluso a tener una tuba, aunque la base siempre fue la misma. La idea de montar una formación así llegó, en parte, tras escuchar a varios grupos de Nueva Orleans en los que el trombón era el instrumento principal.

¿Cuándo comenzaste a tocar?

Siempre me gustó la música. Comencé a estudiar en el conservatorio a los catorce años. Mi primer concierto fuera de las típicas bandas de música fue con un grupo de Benalmádena, Los Goliardos. Desde entonces siempre me llamó la atención el tener un proyecto propio, aunque no lo hice hasta pasados bastantes años. Me he criado en casa con muchos estilos musicales, y eso siempre me ha ayudado a querer dedicarme a esta profesión y estilo de vida. Uno de mis hermanos es nuestro batería, y él ya llevaba tiempo tocando en grupos al igual que el guitarrista, con el que empecé a tocar en diferentes bandas.

Os definís como una banda de funk-rock.

En los comienzos abarcábamos muchos estilos, pero siempre con nuestro toque funk o rock, de ahí el decir que nuestro estilo es funk-rock. Pero realmente no creo que tengamos un estilo definido, ya que hemos tocado muchos palos. En los ensayos intentamos no sonar como otras bandas, aunque haya pocas en España. Todos participamos a la hora de aportar ideas que puedan mejorar el sonido, pero, por suerte, coincidimos bastante. En los conciertos queremos que haya espectáculo, que la gente se divierta.

¿Tenéis material propio? ¿Algún disco editado?

Poco a poco fuimos dejando las versiones para componer nuestros propios temas, que casi siempre hemos ido tocando en los conciertos. Son canciones escritas expresamente para la formación, con diferentes ritmos y armonías, pero nunca hemos llegado a hacer ningún disco; es una espinita que yo personalmente tengo. Puedes encontrar grabaciones de algún concierto en YouTube.

En marzo de 2015 fuisteis teloneros de Fred Wesley. ¿Cómo fue la experiencia?

Fue una autentica pasada, sobre todo porque es un músico al que todos hemos escuchado desde que era miembro de la banda de James Brown, y siendo trombonista… aún más. Fue una suerte y un honor poder telonearlo y conocer también a los dos músicos que lo acompañaban. Nos dedicó una de sus versiones, Caravan, que curiosamente nosotros también tocamos. Nos hicimos fotos con él y le regalamos una camiseta con nuestro logo. Pasamos una gran noche. Ojalá pudiéramos coincidir de nuevo.

Ese mismo año, en agosto, anunciasteis que dejabais de tocar de forma indefinida. ¿Qué ocurrió? ¿Cómo fue volver a poner en marcha el proyecto?

Anunciamos eso porque yo me iba del país a buscarme la vida a México, en principio por un año aunque después fueron más. Era difícil mantener el grupo cuando, además, varios de los miembros también tenían otros trabajos y bandas. El regresar por vacaciones fue el detonante para reunirnos otra vez. Es gratificante volver a retomar lo que empezamos juntos y hacerlo con gusto, aunque costó un poco que la maquinaria empezara a funcionar de nuevo.

¿Goza de buena salud el trombón en España?

Es un tema delicado. Siempre he pensado que no es un instrumento muy usual salvo en las orquestas clásicas o bandas de música (no me refiero a grupos). No tiene mala salud gracias a muchos buenos músicos y grupos que lo usan, pero sí que estuvo bastante olvidado. Diría que actualmente el trombón goza de buena salud.

Existe una Asociación Malagueña de Trombones. ¿Pertenecéis a ella?

Es un placer hablarte de la Asociación Malagueña de Trombones (AMAT), ya que yo fui uno de los primeros miembros de la junta directiva. Siempre quisimos que Málaga tuviera una asociación que ayudara a dar a conocer el instrumento, pero la idea no se llevó a cabo hasta que nuestro querido amigo y profesor Jesús Lloret (que en paz descanse) se ocupó de todo el papeleo. Él se encargó de todo el tema legal para formarla. Contó con algunos de los trombonistas de Málaga para hacer la junta, siempre pensando en atraer a todos los músicos posibles: alumnos, profesionales y simpatizantes del instrumento. Se logró hacer un primer encuentro en la Universidad de Málaga, donde Jesús impartía clases, al que asistieron artistas clásicos y de jazz de primer nivel. Poco a poco ha ido creciendo, y creo que hasta ahora se ha conseguido hacer de ella lo que se propuso desde el comienzo. Yo dejé la junta cuando me mudé, pero siempre he seguido en contacto con ella porque somos amigos y, además, el presidente, que es el trombón bajo de la Orquesta Filarmónica de Málaga, toca en el grupo con nosotros. Me consta que todos los años hacen encuentros en verano y en navidades.

El concierto de La Cochera Cabaret contará con varios invitados.

Es algo que queríamos hacer desde hacía años: contar con artistas invitados de la calidad de los que vienen, desde cantantes hasta instrumentistas. Creo que una de las mejores cosas que le puede ocurrir a un músico es juntarse con otros músicos y hacer algo conjuntamente para disfrutar y hacer disfrutar. No quiero decir mucho para no estropear la sorpresa, pero será un buen espectáculo. Tendremos un DJ para amenizar el antes y el después. Espero de corazón que la gente se divierta al igual que nosotros haciéndolo. Estáis invitados a venir.

¿Cómo se presenta el futuro de la banda?

Pues me temo que los próximos planes incluyen el volver a desaparecer, aunque, como siempre digo, no del todo. En un mes me vuelvo a marchar y no sé cuándo regresaré, ya que mi actual trabajo me tiene viajando por medio mundo. No hay más conciertos confirmados, aunque si saliera algo tendrían que hacerlo sin mí, como ya ocurrió en el festival Funky Town de Torremolinos organizado por Javier Ojeda. Cuando regrese, y siempre que nos sea posible, volveremos a juntarnos. Como dice un carnal mío de México, «puede ser que sí, puede ser que no, lo más seguro, quién sabe…».