
Pocas formaciones pueden presumir de haber superado los cincuenta años en escena con el prestigio, recorrido y galardones que han ido sumando Les Luthiers en todo el mundo gracias a una trayectoria dilatada, prolífica y exitosa. Tal vez por ello, la agrupación argentina de humor, teatro y música protagoniza tres veladas consecutivas —sábado 12, domingo 13 y lunes 14 de febrero— en el Teatro Cervantes en el marco del primer acto del 39 Festival de Teatro de Málaga.
Lo cierto es que este festival está prestando un importante espacio a representaciones musicales escénicas de un notable nivel. Entre ellas, cabe citar la presencia en este primer apartado del ciclo de Currents, de Mayumaná, En tierra extraña, Canciones de Olmedo y la propuesta que nos ocupa, Viejos hazmerreíres.
Tras cumplir medio siglo sobre las tablas en 2017, Les Luthiers recibieron la Mención de Honor Diputado Juan Bautista Alberdi del Congreso de la República Argentina, el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades y la Mención de Honor Domingo Faustino Sarmiento, entre otros muchos premios que se suman a una variada, nutrida y diversa reunión de distinciones recogidas a lo largo y ancho de su extenso trayecto artístico.

Toman su nombre del término francés con el que se designa a la persona que se dedica a construir o reparar instrumentos musicales. Como es lógico, su plantel principal y formato ha ido adaptándose al paso del tiempo y a las circunstancias. Se presentaron en la capital de la Costa del Sol como sexteto, integrado por Roberto Antier, Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Tomás Mayer-Wolf, Martín O’Connor y Horacio Tato Turano.
Bajo textos, músicas, arreglos y dirección de Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Carlos Núñez Cortés, Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich, Les Luthiers ofrecieron en el Cervantes un recopilatorio de instantes y sketches entresacados entre los más destacados de su historia. Sin pretenderlo, también celebraron el Día Mundial de la Radio que se desarrolla el 13 de febrero al emplazar la propuesta en una tertulia radiofónica.

Entre las versiones que disfrutamos y en una línea creciente, cabe citar Las majas del bergantín (zarzuela náutica), Losa al cuarto de baño (obra sanitaria), Así hablaba Sali Baba (verdades hindudables), Quién mató a Tom Mcoffee (música en serie), Receta postrera (vals culinaria), Amor a primera vista (bossa libidinossa), Dilema de amor (cumbia epistemológica) y Pepper Clemens sent the messenger, Nevertheless the revered left the herd (ten-step), a las que se les sumó Los jóvenes de hoy en día como propina. Lo cierto es que todas levantaron las risas y aplausos del público que llenó el teatro malagueño, pese a que tal vez algunas temáticas superan mejor que otras el paso del tiempo.
Como es característico en Les Luthiers, en el apartado musical destaca la variedad de instrumentos convencionales y no convencionales creados por ellos mismos que emplean en distintos instantes. Además de voces, piano, guitarra, contrabajo y batería, cabe citar el latín o violín de lata, la violata o viola de lata, el contrachitarrone da gamba, el chelo leguëro, la lira de asiento o linodoro, el nomeolbidet, el bass-pipe a vara, el órgano de campaña, el tubófono silicónico cromático, la desafinaducha o las tablas de lavar, entre muchísimos otros.
En definitiva, la riqueza y variedad organológica y tímbrica se unió a la propuesta creativa, imaginativa, distendida y humorística de una agrupación, Les Luthiers, que sigue sumando años en escena con una energía y salud envidiable (la epistemología, sin duda).
